El uroboros y la cosecha de sangre.

El bosque volverá a nacer, desde el suelo violento que fertilizamos con sangre y lágrimas. La tierra, hoy ya no sufre más, se regocija, siempre calló y ahora despertó, hambrienta y con sed. Se escuchan remilgos, lamentos y gritos que piden al cielo piedad. Ilusos, la Tierra al fin recibe, retribución por milenios de flagelo y esclavitud. ¡Si! La tierra está despertando, y desde un trémulo sonido subterráneo vienen sus brotes a apuñalarnos y a reclamar su posición. Ya nadie puede correr, ya nadie puede protegerse y la luz de esperanza que pregonan en las calles es infamia para ella. La tierra dió aviso; oídos sordos. Ya nadie puede llorar, ya no, porque ya es tarde.

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