Iron y

Se levantó esa mañana un tanto alicaído, mareado sin querer vivir, sí, porque el diario vivir lo consumía poco a poco como el lodo cenagoso que te arrastra y succiona. Algo incómodo lleno de ira miraba el mundo con desdén, deseando que las masas se alzaran, quemando toda figura tiránica, toda traba burocrática anhelando un estado anárquico que llevara a la extinción de la especie humana. Claro que a veces esto lo hacía sentir triste y cabizbajo. Aunque no extrañaría ningún bien material, no podría ver resurgir airosa a la tierra, ni menos... disfrutar con ella de nuevo. 

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