Pérdida de unicidad en la época de la viralización digital de la obra de arte.



I. Inspiración heurística de la pérdida del aura en la repetición y consecución de la obra de arte en la era digital.

Parece casi indiscutible dentro de planteamientos razonables, que el ensayo de Walter Benjamin, La obra de arte en su época de reproductibilidad técnica, se encuentra un poco fuera de lugar en aspectos temporales, pero a su vez, sigue siendo tan actual que nos va dando las bases para desarrollar ciertas explicaciones del cómo ha cambiado o cómo se han desenvuelto sus ideas en la actualidad.


El común, en pos de generar proximidades a lo originalmente creado, crea copias –valga la redundancia- que llenan de alguna manera este sentir de cercanía, sin embargo, la obra se transforma. Esta transformación muchas veces no traslada al receptor la esencia del original, resultante, es una obra corrompida. De todas formas, la obra deja de ser auténtica y ya ha perdido unicidad o su valor como único. 


Benjamin nos hablaba en su ensayo del aura, esa parte mística que encerraba cada una de las obras creadas, siendo esta ese poder inexplicable de hacernos sentir cosas a veces inimaginables. En La obra de arte en su época de reproductibilidad técnica define el concepto del aura como una “manifestación de lejanía irrepetible”, o en otras palabras, aspirar más allá de… Diciendo todo lo anterior, el hombre en su afán de tener todo accesible, ha reproducido con fines mágicos y religiosos (como se comenta en el ensayo de Benjamin) en primeros términos, luego se ha reproducido también con fines pedagógicos creando copias de las obras de arte. Se copiaron manuscritos a mano antes del desarrollo tecnológico de reproducción con la llegada de Gutenberg y su imprenta. Aquí llegando al tema de la mecanización de la reproducción, donde el proceso de copia se transfiere a la máquina.


Trabajando sobre este aspecto de mecanización o evolución de la técnica de reproducción, podemos llegar al supuesto de la apreciación del arte a través de la innovación tecnológica, sin embargo, concretar esto hoy en día donde la hiperconectividad permite una infinidad de canales de reproducción, me hace pensar en la distorsión muchas veces de la esencia original del proceso creativo original. No cabe duda alguna que la reproductibilidad técnica de obras hoy en día se ha facilitado mucho, tanto que la reproducción de una obra parece algo fácil hasta para un aficionado, todo esto en comparación con antaño donde se hacían reproducciones o copias hechas cien por ciento a mano o con ayuda de instrumentos que no hacían lujo de su precisión.


Es el caso del internet, que hoy por hoy, posibilita el flujo de infinidad de datos que son reproducidos una y otra vez, muchas veces actuando como un organismo autopoietico que genera contenido a las masas. De algún modo Benjamin explicaba que la reproducción por medio de la máquina hacía perder el aura a la obra de arte, contextualizando de cierta manera esto con el movimiento de los datos en el mundo digital, damos fe de lo que se nos planteaba en La obra de arte en su época de reproductibilidad técnica, donde la singularidad y la perduración de la obra se ve mancillada por la corrupción de datos. Poniendo lo anterior en un ejemplo simple y con hechos actuales: todo archivo creado de manera digital, al ser masificado va cambiando tanto de formato como de tamaño hasta que pierde en su totalidad su aura o esencia, muchas veces de manera consciente para abarcar más viralizando su contenido por las redes. 

II. Necesidad y dominio del entorno como explicación a la reproducción.

Se denota en el apartado anterior que la sociedad hace lo posible por eliminar la lejanía, todo con el fin de acercarlo todo y dominar todo lo creado con la reproducción, como con un sentimiento de posesión, pertenencia y egoísmo. Más aún hoy en día con internet pareciese que hay una necesidad imbrica aún mayor sobre una y otra cosa a la vez que se van creando obras, deseando tenerlo al alcance de la mano. Poniéndonos en esta situación, se nos advertía de la peligrosidad sobre esto en el libro de Benjamin ya en 1936, más ahora donde todo puede ser copiado o reproducido y llevado hasta nosotros. Por una parte, el arte viene a nosotros y está a disposición de las masas, pero lo que se corrompe es el aura de la obra en esta época de la hiperreproductibilidad digital, como también encontramos que va de la mano en cuanto cómo percibimos, y esto sería tanto de manera natural como en línea histórica.


A notarse también, que se nos hablaba que cada vez se nos hace más irresistible el querer dominar el entorno, de apoderarse del objeto mediante la reproducción en su más próxima cercanía. Hablamos de una necesidad o compulsión humana que ya es natural in situ, donde esta hambre se hace vigente día a día y crece con el desarrollo de nuevas tecnologías de reproducción. Se representa por otro lado, como en el caso de la cruz cristiana, antiguamente un objeto que representaba el castigo y luego como cuentan en el mundo cristiano se transformó en un sinónimo de redención y hoy en día se replican obras de arte nacidas de estos conceptos. Así vemos como la obra de arte también está arraigada a su forma ritual, en lo cual inferimos que las obras de arte ganan su valor también a partir de su legado ritual, aunque a veces simplemente esté ligado a su sentido más estético. La unicidad de una obra de arte está circunscrita en la superposición del conjunto de los anales de su tradición. Estando ahí intrínseca es en ella misma un asomo asombrosamente cambiante.


Aún con todo lo anteriormente dicho, las tendencias y el desarrollo de nuevas ramas artísticas nos podrían llevar incluso a la deformación de una copia y llevarla a un nivel donde sea apreciada como arte y trascienda como tal. Esto en base a la hiperreactividad que se ha creado en torno al desarrollo de la socialización virtual. Así lograría ganar el aura, como se explica en el libro de Benjamin, tendríamos entonces, que el aquí y ahora están ligados a la obra de arte por cuanto son los factores que la convierten en lo que es y las sensaciones que nos provocan.


De una u otra forma, el proceso de pertenencia y necesidad de dominio sobre lo creado sería el detonador de que el proceso de reproductibilidad técnica evolucione de cierta manera, encontrando de igual forma una rama de nueva creación y renacimiento de esta aura en un entorno de deformidad. La capacidad sensorial es modificada también por la técnica.

III. Proceso de reproductibilidad en la legalidad social y política.

¿Qué pasa con la obra de arte en la era de la hiperconectividad? Toda obra de arte hoy en día es susceptible a ser reproducida, de una u otra manera existen medios para reproducir las obras, independiente del formato en que hayan sido creadas. Sin embargo, no se pensaba en esto antiguamente donde sólo se veía como la apertura del mundo artístico a las masas. Hoy, esto es un problema, tal como lo advertía Benjamin al decir en su libro que la reproductibilidad técnica tenía su riesgo, y hoy lo vemos reflejado no tanto en la posibilidad de reproducir o copiar una obra de arte, si no, más bien en la piratería o duplicado sin consentimiento de los autores.


Hoy se supone el resguardo de los derechos de autor en una cuestión política adyacente a la propiedad intelectual. Estas nociones de propiedad propiamente tal se derivan a estamentos gubernamentales que claramente no pueden resguardar los intereses de los creadores. Ahora bien, sin entrar en desmedro de otras zonas, la mayoría de las creaciones de obras vienen de países desarrollados lo que se traduce en un alto coste de adquisición que en países como el nuestro, Chile, surjan copias ilegales o piratas.


Los gobiernos hasta el día de hoy han funcionado con la premisa de la ley universal de propiedad intelectual, asegurando así la protección de los derechos sobre las obras. Empero, esta forma de resguardo de la obra en esta época se ha visto mancillada, ya que, no ha surgido ninguna reforma –entiéndase a nivel tecnológico- que paralice la reproducción ilegal de una obra. Ahora es más, resulta casi inútil en este punto de vista que el artista o creador se ponga a disposición del ámbito legal, siendo que resulta más efectivo seguir creando formas o fórmulas para impedir la reproducción de sus obras.


De lo anteriormente mencionado, nos suena casi inverosímil que del texto de Benjamin hasta ahora se haya creado toda una problemática en torno a la reproductibilidad técnica de las obras, cosa realmente preocupante para el creciente mercado de obras actualmente, sin entrar en estadísticas, la reproducción ilegal de las obras supone una pérdida enorme. De todos modos, este aspecto de monetización de las obras, admite una expropiación y depreciación del patrimonio cultural, donde se está depredando a los artistas en pos de la corriente del capitalismo global. Resultante de lo que expongo acá, el control sistemático en que se quiere someter la obra con el derecho a la reproductibilidad, vendiendo el arte y la cultura para beneficio de la máquina capitalista en desmedro muchas veces de los artistas. Esta idea ha creado controversia alrededor del mundo y citando a Bernard Stiegler filósofo francés: “La toma de control sistemático de los patrimonios significa que a partir de ahora /la hiperreproducibilidad digital/ se aplica a todos los dominios de la vida humana, que constituyen otros tantos nuevos mercados para continuar con el desarrollo tecno-industrial, lo que se denomina a veces ‘la nueva economía’, donde la cuestión se convierte evidentemente en la de saber quién detenta el derecho de reproducir, y con él, de definir los modelos de los procesos de reproducción como los modelos que hay que reproducir. La cuestión es: ¿Quién selecciona y con qué criterios?”[1]


Entonces, la decisión final del quién y cuándo puede copiarse en términos de la reproductibilidad técnica de las obras, según lo anterior, sería nada más y nada menos que el propio autor de dicha obra, que es lo que sería –por ahora en más- utópicamente correcto. Aunque ahora en internet y los medios esto se limita a comprar los derechos mediante terceros o simplemente saltándose la burocracia navegando por las redes.


Sea como fuere, el tiempo de reproducción técnica que Benjamin nos mostraba no se alejaba de la realidad que hoy en día estamos viviendo. En un atisbo casi de gurú o vidente, nos guió hasta las bases del cómo se desarrollaría la obra en el futuro y hacernos ver que la técnica muchas veces no suponía un avance en términos de ganancia en lo sensorial que se fue modificando en conjunto con los métodos de reproductibilidad técnica, si no, muchas veces sería un arma de doble filo que tendríamos que sobrellevar en las vías del desarrollo tecnológico.










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[1] Stiegler. Op. Cit 368

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