1. Introducción
En la vorágine de la sociedad que nos rodea, la
carrera del día a día nos va mostrando a su paso la cantidad de problemáticas
tanto económicas, culturales o sociales, pero pasan casi de manera inadvertida
con el transcurso del diario vivir. El registro audiovisual, como también
fotográfico, se ha transformado en un portafolio inmenso de vivencias, contrariedades,
catástrofes, a nivel sociocultural entre muchas otras. Ahora bien, el solo
hecho de darle la particularidad de registro histórico, no nos hace ruido
alguno, más al emplearse estos registros de manera racional, creando conceptos,
denunciando sucesos nos puede crear una opinión y muchas veces crear una
conciencia al respecto.
Así, los años 60 fueron una vertiginosa compilación de
sucesos relevantes en las historia mundial, Chile país en pañales aún, veía
proliferar un sinnúmero de cineastas documentalistas que venían levantándose
luego de una década pobre en creación cinematográfica. Tal cual decimos que en
los 60 hubo una explosión político sociocultural, a lo largo de esta
investigación veremos la proliferación del lenguaje cinematográfico chileno en
esta década llena de controversia, pragmatismo mediático y lucha político
social, donde vemos florecer el llamado nuevo
cine chileno.
2. ¿Por qué del
llamado nuevo cine chileno?
El porqué de este nombre no es tan rebuscado, ya que,
desde fines de los años 50 Latinoamérica se vio envuelto en un sinfín de
sucesos político sociales que tuvieron influencia en la mayoría de los países
de habla hispana. Entre los sucesos que más influyeron en estos cambios fueron
la Revolución Cubana, La Guerra Fría y la primavera de Praga. El cine
latinoamericano cambió posturas y desde los inicios de la década del 60 comenzó
a llamarse Nuevo Cine Latinoamericano, del cual proviene nuestra versión del
Nuevo Cine Chileno.
El cambio de pensamiento colectivo debido a los
sucesos que acontecían en ese momento fueron el detonante de una nueva
revelación, donde el cine como medio activo creador tuvo su rol dentro de la
historia Chilena, como así también se vio en otros símiles como la Nueva
Canción Chilena, la Nueva Ola, entre otras.
3. Integrantes
Dentro de este período, muchos fueron los exponentes de este nuevo
renacer del mundo cinematográfico chileno, si bien, no pudieron desarrollar el
cine a nivel masivo y comercial, pudieron plasmar en su trabajo un fuerte
contenido a nivel de ideales, propuestas sociales y denuncia. Entre los más
destacados por su trabajo encontramos:
Miguel Littin, primero actor y luego cineasta, descendiente de
familia árabe y griega, consagró su trabajo al presentar en la taquilla chilena
el año 1971 la película “El chacal de Nahueltoro” que mostraba de lleno la
marginalidad de la vida campestre y de las zonas rurales. El film golpeó
fuertemente en la sociedad chilena, ya que, aparte de mostrar el aspecto
marginal de la vida rural, mostraba el pobre accionar de la justicia chilena.
De esta manera Littin se adhería a la lucha social y a la denuncia mediante su
trabajo cinematográfico. Ese mismo año, S.E Presidente Salvador Allende lo pone
a la cabeza de Chilefilms, ente filial de la CORFO que buscaba dar solidez a
toda producción cinematográfica chilena. Durante el período del gobierno de la
Unidad Popular, desarrolla documentales y el largometraje titulado La tierra Prometida.
Tras el golpe militar y exilio (aunque este no fuera militante de ningún
partido político), Miguel Littin se radica en México, donde termina y estrena
su largometraje La tierra prometida.
Littin es el claro ejemplo del cineasta del llamado Nuevo Cine Chileno,
comprometido con la sociedad, mostrando las narraciones y sufrimientos del
pueblo Chileno y Latinoamérica. Estando en México, crea una de sus obras
maestras Actas de Marusia (1975) que
hacía alusión al derrocamiento de la Unidad Popular en Chile y a la lucha del
movimiento obrero. Este film fue uno de sus trabajos más elogiados, llegando a
ser finalista de los premios Oscar como mejor película extranjera. También se
le conoce por su intrépida acción al ingresar de manera clandestina en 1985 a
Chile para filmar una crónica sobre la dictadura. Al volver la democracia a
Chile, Littin deja el exilio para volver a su país.
Helvio Soto, nacido en Santiago el 21 de febrero del año 1930.
Dejó la carrera de Derecho que cursaba en la Universidad de Chile para luego
integrarse y participar en un curso de Teatro de ensayo en la Universidad
Católica donde egresó el 1951. Luego de eso Helvio estaría 8 años fuera del
país, donde trabajó en radio y televisión costarricense, mexicana, ecuatoriana
y argentina. Estando fuera del país se publicó su primera novela titulada La Fosa (1960), que no tuvo el éxito
esperado, Helvio atribuyó el fracaso de la obra al sector donde se había
publicado, ya que era un sector popular donde la mayoría de las personas eran
analfabetas.
Con el paso de los años y su trabajo, Soto se convertiría en un crítico
respecto a la cinematografía, tanto de cómo se utilizaba como de lo que se
lograba con esta, aunque este se consideraba políticamente de Izquierda, Helvio
no confiaba totalmente en que su trabajo movilizaría las masas. Aún con lo
mencionado anteriormente, la trayectoria de su trabajo cinematográfico como
Director, fue reconocido por su potente discurso sociopolítico en cada uno de
sus trabajos. De todas formas es importante destacar, que Helvio consideraba
que su trabajo no tenía lo suficiente para llegar al público popular, por ende
pensaba que no sería un cine masivo y centraba sus expectativas a un círculo
intelectual político. En su carácter crítico además, se cuestiona la
realización cinematográfica y destaca que para ser un realizador de Izquierda,
no bastaba con ser un “cineasta revolucionario”, si no, que había que ser un
“buen cineasta” para sentar las bases de un movilizador del cine latinoamericano.
Creía que la Izquierda se había vuelto un negocio. Destacamos de su trabajo la
obra Caliche Sangriento (1969), que
fue censurada por algún tiempo, por presentar una versión controversial de la
Guerra del Pacífico y del actuar de Ejército chileno en la misma, fue
catalogada de antipatriótica y de transgredir los valores del ejército, en
algunas tesis sobre este film, se asegura que promueve el ideal de la Izquierda
como colchón para las elecciones presidenciales.
En los 90 Helvio se dedica a la docencia y la ejerce con la viva
convicción de crear nuevos realizadores de calidad. Fallece en 2001.
“Hay que tratar de suscitar en el espectador
la conciencia de los problemas sociales que estamos viviendo”. Con estas palabras me gustaría introducir también a Aldo Francia, Médico de profesión, a la par de su trabajo en la salud, tuvo una corta trayectoria en el mundo de la cinematografía, solo con dos films largometrajes, Valparaíso mi amor y Ya no basta con rezar. Se destaca a este cineasta autodidacta por su real vocación social, por su compromiso con el deber cívico y por su lucha incansable por denunciar las desigualdades socioeconómicas y crear un cambio social. Entre las acciones destacadas de Francia fueron, la creación de un Cine Club con aficionados del cine en Viña del Mar (1962), levantar la sala de Cine Arte en Viña del Mar, la creación de una revista de cine, iniciar una convocatoria internacional de cineastas. Todas estas últimas terminando en consecuencia del primer Festival de Cine aficionado de Viña del Mar (1963). El ambiente revolucionario de la época hizo que todas las acciones de Aldo tuvieran una buena acogida internacional, donde los vientos emancipadores de los cineastas latinoamericanos marcaron un antes y un después de la lucha social.
la conciencia de los problemas sociales que estamos viviendo”. Con estas palabras me gustaría introducir también a Aldo Francia, Médico de profesión, a la par de su trabajo en la salud, tuvo una corta trayectoria en el mundo de la cinematografía, solo con dos films largometrajes, Valparaíso mi amor y Ya no basta con rezar. Se destaca a este cineasta autodidacta por su real vocación social, por su compromiso con el deber cívico y por su lucha incansable por denunciar las desigualdades socioeconómicas y crear un cambio social. Entre las acciones destacadas de Francia fueron, la creación de un Cine Club con aficionados del cine en Viña del Mar (1962), levantar la sala de Cine Arte en Viña del Mar, la creación de una revista de cine, iniciar una convocatoria internacional de cineastas. Todas estas últimas terminando en consecuencia del primer Festival de Cine aficionado de Viña del Mar (1963). El ambiente revolucionario de la época hizo que todas las acciones de Aldo tuvieran una buena acogida internacional, donde los vientos emancipadores de los cineastas latinoamericanos marcaron un antes y un después de la lucha social.
Raúl Ruiz fue considerado una persona muy
contradictoria en su vida, muy nacionalista, Director de cine. Hijo de un
marino mercante, puertomontino, ya desde sus cortos quince años escribía obras
de teatro que alcanzaron a las cien obras cumplidos sus veintiún años. Trabajó
como guionista de televisión muchos años, cuando ya en 1963 se coronó como
cineasta con el largometraje llamado Tres tristes tigres, que
contaba la historia de unos ladinos cesantes que rondaban los bares de San
Diego y Mapocho. La película tuvo muy buena crítica e incluso ganó premios en
el extranjero, pero estuvo lejos de ser un éxito, cosa que resonaría más tarde
en la mayoría de su trabajo fílmico. El trabajo de Ruiz sin duda fue muy
distinto al de sus pares cineastas de época, ya que, el estilo más volátil,
hiperbólico y de talla más artística tenía muchas lecturas, aunque era
militante del Partido Socialista, durante el gobierno de la Unidad Popular,
realizó solo documentales por encargo que de igual forma, con el trabajo
realizado con otros autores mostraba un lado más social y de denuncia.
Así como muchos otros cineastas, el golpe militar del año 1973 lo llevó
al exilio, donde se estableció en Francia, lo que hizo cambiar mucho más su
trabajo, sofisticándolo un poco. A su llegada al país europeo, Ruiz realiza una
de sus películas denominada la más
chilena y que contemplaba un poco más la esencia latinoamericana: Dialogo de exiliados (1974).
4. Contexto
Histórico
La década de los 60 comenzó de manera vertiginosa, uno tras otro hecho histórico
de relevancia se iban sucediendo. Fue una época de revoluciones, y carreras.
Por una parte la guerra fría dividió al planeta en dos bandos (aunque la
mayoría de los países pequeños estuvieran en neutral), el movimiento hippie que
con su ideología rupturista enamoró a jóvenes que vociferaban la paz mundial,
el amor libre y por otro lado se apartaban de los ideales que por convención
mundial se habían establecido, como el matrimonio, la familia, entre otros.
Hacia el viejo continente nos encontramos con la lucha social de los
estudiantes franceses en el Mayo del 68, donde el despertar de una conciencia
colectiva por un bienestar común se hizo posible hasta un punto. Y finalizando
con el suceso que nos tocó más de frente que fue la Revolución cubana, donde
Latinoamérica abriría una conciencia político social grande.
Este último suceso fue el dilatador para muchos movimientos sociales a
nivel hispanoparlante en Latinoamérica, lo que permitió entre otros a
redescubrir, en el caso del cine, operar de una manera más concienzuda y
trabajada. De todas formas, no fue hasta el año 1950 que Pedro Chaskel y Sergio
Bravo fundan el Centro de Cine Experimental de la Universidad de Chile, donde
se dice que habría surgido la preocupación social desde la perspectiva del
cine.
En 1969, Aldo Francia hace posible la realización de un Festival de cine
Latinoamericano, que pasó a reconocerse como un hito en la cinematografía
político social. Se realizó el
Segundo Festival de Cine Nuevo Latinoamericano y Segundo Encuentro de Cineastas
Latinoamericanos. Con este hecho, Chile se consolidaría como fuerte en el
ámbito del cine social y denunciante pro socialista.
Otros hechos que polarizarían aún más la historia
en Chile son la llegada a la presidencia de Eduardo Frei Montalva en 1964 y su
Chilenización del cobre, esta democracia cristiana que se demostraba
progresista, fue un remezón para la clase alta de esa época, que ya tendía a
retraerse con “tanto progreso”.
5. Propuesta
Como primer patrón vemos a un cine muy nacionalista, con tendencia a la
reincorporación de las raíces de la nación. Vemos como los artes más jóvenes en
el país como la música y el cine se radicalizan, buscando una amalgama entre
los aspectos técnicos de la obra y lo que los autores consideran político o
social. Surge así un nuevo pensamiento, la Nueva Canción chilena, el Nuevo Cine
Chileno, lleno de cineastas, pro
socialismo o no que demandaban un cambio profundo en el sentir político y
social de un país en vías del desarrollo. Por otro lado, no podemos decir que
la Revolución Cubana tuviese un enorme impacto, o sea, de manera directa, como
en otros países más cercanos, pero si Chile vio en la latente amenaza de
Estados Unidos de doblegar todo acto de insurrección libertaria, con una
tapadera llamada Alianza para el Progreso, que inmediatamente la democracia
cristiana adoptaría como un punto de apoyo a su plan político.
Entonces tenemos este escenario en el cual Chile se ve un tanto
aprisionado de un actuar más libre en cuanto a materia social. Es aquí donde
los cineastas chilenos, influidos por la ilusión de un mejor futuro, toman sus
cámaras, pero no solo para relatar la realidad tal cual es, si no, que crean un
discurso cargado de ideales sociales y políticos, esmerados en lograr un real
progreso. La denuncia social a través de los films y los discursos fueron un
creador de pensamiento emancipador en un país que estaba a punto de someterse
por completo en “el sistema”.
Por otra parte, el cine fue utilizado de igual forma por los partidos
políticos creando un fuerte discurso preparando el colchón de las campañas
presidenciales. La izquierda socialista chilena, por un lado metía fuerte la
lucha de la clase obrera, haciéndolos alzar la voz en pos de los derechos de
cada ciudadano. Por otro lado denunciaba de manera fuerte el accionar pobre de
la justicia y de la política. Sin embargo se buscaba plasmar en si la esencia
Latinoamericana que estaba perdiendo su arraigo.
Los años 60 en Chile fueron presurosos y agobiantes, en la medida que las
ideas no entraban con la sutileza debida y se confrontaban con frecuencia, cada
bando alzando cada vez más fuerte la voz para sobrepasar y lograr la
superioridad. Eso en el ámbito político.
En el acontecer cultural del País se refleja un aspecto similar, donde ya
se habla de la canción protesta, donde el drama político social se apodera de
la música chilena. Gracias a esto también vemos un fenómeno de patriotismo
nato. En el caso del cine, esto sucede de manera similar, tal vez no con
grandes producciones cinematográficas, pero si vemos proliferar un cine
documental, marcado con temas tabú, un cine atrevido que atacaba las
desigualdades y las hacía notorias; también sucedía en el caso de la
politización del cine, que en sus temáticas involucraba la idealización de
partidos.
Sea como fuere, el Nuevo Cine Chileno nace como un movimiento, como un
ente refrescante en un enajenado clima social que arbitrariamente se veía
sometido. Vio en esta una herramienta creadora para difundir ideas y construir
nuevas realidades.
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